5. Que también se le regale algo a él
Si las visitas traen algún regalo para el pequeño, un detalle para celebrar su nacimiento, estaría bien que le trajeran
algún detalle también al mayor. Por si acaso, los padres pueden tener preparadas algunas cosillas (si viene alguien sin regalo para el mayor) por si toca hacer algún "rescate".
Tampoco hace falta que haya regalo en todas las visitas si el niño lo lleva bien, pero puede ser un recurso útil si ve que a todos les parece estupendo darle cosas al nuevo bebé y con él no se tiene la misma deferencia.
7. Hablarle con franqueza si está preocupado
Puede haber momentos en los que de verdad se sienta desubicado y preocupado, y que llore, se queje o incluso tenga alguna rabieta. Será normal, y será un buen momento, cuando se calme un poco, para hablar de todo lo que le está pasando.
Explicarle que le entendemos perfectamente, que sabemos cómo se siente, y que
no hemos dejado de quererle ni mucho menos. Que buscaremos momentos para seguir pasándolo tan bien como siempre, que a muchos niños les pasa como a él (que hay días en que se notan raros, como fuera de lugar) y que lo mejor de todo es que cuando el bebé crezca, podrán jugar un montón, pero que ahora hay que cuidarle mucho porque es muy pequeño.
8. Enseñarle fotos de cuando era pequeño
Para explicarle las necesidades del bebé puede ir muy bien explicarle algún cuento relacionado con los cuidados que requieren los bebés, e incluso cuentos sobre celos, y
hacer uso de las fotos que tenemos con el mayor, de cuando era bebé.
Que se vea a sí mismo chiquitín, mamando, siendo cogido en brazos, en el suelo, incapaz de hacer nada, y que entienda así por qué su hermanito necesita tanto tiempo de mamá y papá. Así comprenderá también que no es una cuestión de sustituirle por el otro, sino de que todos los niños tienen una época en que son pequeños y sus padres tienen que ayudarles porque no saben hacer casi nada.
9. ¿Y si llama mucho la atención?
Puede pasar que, a pesar de todo, notemos que nos llama mucho la atención. Y esto lo puede hacer por las buenas, o lo puede hacer por las malas. Cuando digo por las malas me refiero a que se enfade, tire cosas, nos grite, diga no cuando es sí, o sí cuando es no, todo le parezca mal y se niegue a hacernos caso.
En realidad no es maldad; en realidad no lo hace para hacernos daño. Es solo su manera de decirnos que no está nada de acuerdo con lo que está viviendo y que debemos demostrarle otra vez que le queremos. Es
una prueba de amor en toda regla.
El problema es que sus exigencias para que le demostremos nuestro amor pueden ser exageradas (o desequilibrantes). Tan exageradas que de intentar cumplirlas podemos dejar al bebé sin atender, o podemos incluso llegar a hacer cosas que nos hacen sentir incómodos y completamente manejados. Como si de repente
fuera él quien dice qué hay que hacer en casa y cuándo.
Entonces hay que trabajar nuestras demostraciones de amor poco a poco, porque en una relación de cariño no puede ser que una de las partes tenga que demostrarlo sintiéndose mal, o sintiéndose obligada a hacerlo: no puede ser que la madre o el padre se sientan mal por tal de complacer al hijo, como si se sintieran culpables por haber traído al mundo a un segundo hijo y aceptaran el castigo del mayor.
Debemos
coger las riendas de la situación y decirle que queremos estar con él, que le queremos, y que pasaremos tiempo con él, pero no cuando no pueda ser. No podemos dejar llorando al bebé para cumplir su exigencia de juego, pero sí podemos atender al bebé en ese momento y jugar con él cuando el bebé esté tranquilo.
Poco a poco tiene que ver que sí le queremos, que sí tenemos tiempo para él, pero que
somos nosotros los que decimos cuándo es buen momento para ello. Es un equilibrio entre las necesidades de todos los miembros de la familia, es una enseñanza en el convivir, es mostrarle que entendemos sus necesidades, pero que no siempre pueden satisfacerse cuando quiere, si eso conlleva el sufrimiento de otras personas.
"No es que me parezca poco importante jugar contigo, es que ahora tengo que hacer otras cosas y ni siquiera podré jugar a gusto contigo... yo quiero que estemos juntos y lo pasemos bien los dos, así que buscaremos un momento después para hacerlo". Y esto lo puede hacer papá también: "Como mamá está con el bebé, ¿juegas conmigo? Yo quiero jugar contigo, ¿qué podríamos hacer?".
A todo esto sumarle los ingredientes estrella:
paciencia y
sentido común.
LOS CUENTOS PUEDEN AYUDAR CON LOS CELOS.